miércoles, 7 de marzo de 2018

Barrio sin luz de Pablo Neruda

 ¿Se va la poesía de las cosas 
 o no la puede condensar mi vida? 
 Ayer -mirando el último crepúsculo- 
 yo era un manchón de musgo entre unas ruinas. 

 Las ciudades -hollines y venganzas-, 
  la cochinada gris de los suburbios, 
  la oficina que encorva las espaldas, 
  el jefe de ojos turbios. 

  Sangre de un arrebol sobre los cerros, 
 sangre sobre las calles y las plazas, 
 dolor de corazones rotos, 
 podre de hastíos y de lágrimas. 
  Un río abraza el arrabal 
  como una mano helada que tienta en las tinieblas: 
  sobre sus aguas se avergüenzan 
 de verse las estrellas. 

 Y las casas que esconden los deseos 
 detrás de las ventanas luminosas, 
 mientras afuera el viento 
  lleva un poco de barro a cada rosa. 
  Lejos... la bruma de las olvidanzas 
  humos espesos, tajamares rotos-, 
  y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean 
 los bueyes y los hombres sudorosos. 

 Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas, 
 mordiendo solo todas las tristezas, 
  como si el llanto fuera una semilla 
 mordiendo solo todas las tristezas, 
  como si el llanto fuera una semilla 
 y yo el único surco de la tierra.

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