Cuentan que hace muchos siglos un rey de la India llamado Sheram perdió a su hijo en una batalla. Estaba triste e inconsolable.
Entonces apareció un sabio llamado Sissa, que dijo que conocía un juego que podía liberar un poco al rey de su depresión. Se llamaba ajedrez.
El rey comenzó a jugar y le gustó tanto que quiso premiar a quien le había proporcionado tal consuelo.
- Te daré lo que me pidas.
- Señor - dijo Sissa -, ya sabe que el tablero de ajedrez tiene 64 cuadrados. Pues bien, quiero que ponga un grano de trigo en el primer cuadrado, dos en el segundo, cuatro en el tercero. Es decir, que vaya doblando el número de granos en cada cuadrado. El trigo resultante será para mi.
Al rey le pareció que aquello era una recompensa muy pequeña, pero comenzó a colocar los granos de trigo y se llevó una sorpresa desagradable: ¡ No había trigo en el mundo suficiente para pagar a Sissa!
¡Espero que os haya gustado!
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